jueves, 31 de mayo de 2012

En museo del templo mayor atrae el olor a copal


Luego de dos meses de exhibición, la muestra arqueológica Humo aromático para los dioses. Una ofrenda de sahumadores al pie de Templo Mayor, ha provocado la admiración de más de 85 mil personas, que por vez primera han podido admirar los extraordinarios diseños de 36 sahumadores prehispánicos de más de 500 años de antigüedad, utilizados en la antigua Tenochtitlan.

Este conjunto de piezas, que se presentan en el Museo del Templo Mayor, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, dan testimonio de cómo la sociedad mexica las usó para purificar lugares sagrados y hogares, consagrar imágenes de sus deidades, así como a los individuos que participaban en las ceremonias, y en el pronóstico del futuro.

“Uno de los ejemplares más espectaculares de la colección es un sahumador con soportes en forma de perro, animal que para los pueblos mesoamericanos, principalmente para los mexicas, significaba el fuego celeste; además, la decoración y el remate del mango tienen forma de oruga, otro elemento vinculado al fuego, pues para transformarse en mariposa necesita calor”, destacó el arqueólogo Leonardo López Luján, director del Proyecto Templo Mayor.

Al recorrer la muestra, el público podrá apreciar los diseños de este tipo de incensarios, algunos con remates en forma de garras de águila y de cabezas de “serpiente de fuego” o xiuhcoatl en náhuatl; a su vez, todas estas piezas tienen el símbolo del fuego por excelencia —hoy conocido como Cruz de Malta—, que consiste en cuatro triángulos cuyas puntas coinciden en el centro, y que además simbolizan la superficie de la Tierra y los cuatro extremos del universo.

Esta propuesta museográfica, del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), explica además el trabajo multidisciplinario por un equipo de especialistas, que se dedicó a reconstruir la historiografía de la cultura mexica a través del proceso de manufactura usos y simbolismo de los sahumadores y del copal durante la época prehispánica, y su pervivencia hasta nuestros días en ceremonias religiosas de diferentes pueblos indígenas del país.

“La muestra ofrece al público, por medio de 72 piezas en total, información vasta sobre las materias primas, procesos de manufactura y decoración, simbolismo y usos de los sahumadores en la antigua Tenochtitlan; pero también da al visitante la posibilidad de conocer, de manera cercana, el trabajo de diversos investigadores, como arqueólogos, restauradores, geólogos, químicos y biólogos interesados en recuperar el pasado prehispánico”, refirió López Luján. 

De acuerdo con el arqueólogo, los sahumadores —llamados en náhuatl tlemaitl, que significa “brazo de fuego”— son recipientes cóncavos en los que se depositaban carbones incandescentes y copal, cuyo aroma se liberaba durante los rituales a través de acanaladuras; también, constan de un mango largo, en cuyo interior tienen algunas canicas de cerámica que producen un sonido similar al crótalo de una serpiente, así como remates de diversas figuras.

A partir de la investigación realizada por la bióloga del INAH, Aurora Montúfar, se determinó que los residuos de copal encontrados en algunos de los 36 sahumadores mexicas, corresponden a la especie Bursera bipinnata.

Dicha especie fue descrita en Historia de los indios de la Nueva España, por fray Toribio de Benavente “Motolinia”, como “hojas menudas que se sacan del maguey” de las que se obtenían resinas olorosas, las cuales eran de gran relevancia social, religiosa y económica, pues formaban parte de los productos que tributaban a Tenochtitlan las provincias de Taxco y Tepecuacuilco, en lo que hoy es el estado Guerrero.

“Esa misma resina se sigue produciendo y consumiendo por los nahuas de Guerrero durante las ceremonias hechas en el comienzo de la temporada de lluvias (en la festividad de la Santa Cruz, el 3 de mayo) e inicios del periodo de secas (en la fiesta de San Lucas, el 18 octubre), con lo que se corrobora la continuidad de su uso durante más de 500 años”, señaló la bióloga de la Subdirección de Laboratorios y Apoyo Académico del INAH.

De igual forma, a varios de los sahumadores tenochcas se les tomaron muestras de petrografía (de composición mineral), a cargo de Jaime Torres, investigador de la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía (ENCRyM), y análisis por activación neutrónica, hechas por el químico Michael Glascock, de la Universidad de Missouri, a través de los cuales se pudo determinar que la arcilla y la arena empleadas en la fabricación de éstos, proceden del área que ocupó Tenochtitlan, por lo que se determinó que se trató de producción local.

Asimismo, los incensarios fueron restaurados —ya que se descubrieron fragmentados en cientos de partes— por 23 alumnos de la ENCRyM, quienes hicieron el levantamiento y registro, además de trabajar en arduas jornadas de restauración durante cuatro meses, lo que a su vez permitió inferir el proceso prehispánico de manufactura con el que se hacían.

“Se hizo la limpieza de cada uno de los fragmentos, proceso en el que se identificaron restos de policromía en algunos, así como de copal en el fondo de las cazoletas; luego se realizó la unión de cada una de las partes y los resanes necesarios para evitar futuras fracturas, y finalmente se realizó la reintegración cromática”, comentó la restauradora Laura Suárez, tras comentar que dichas labores son mostradas en la exposición a través de fotografías y 40 herramientas y materiales utilizados en los procesos de conservación.

La especialista mencionó que al realizar la restauración se pudo conocer la técnica de manufactura prehispánica de elaboración de los sahumadores, que consistía en “en hacer dos placas de barro (en forma de tortilla), las cuales se preparaban con arena, arcilla, fibras y agua.

“Posteriormente —agregó Laura Suárez —, una de esas placas era colocada sobre un guaje para que tomara una forma cóncava, mientras la otra era enrollada en un palo para formar el mango, al cual se le agregaban pequeñas canicas de barro para producir sonido; al final, las piezas eran unidas, pulidas y decoradas en colores blanco, azul, y negro”.

Humo aromático para los dioses… consta de ocho módulos temáticos que versan sobre procesos de excavación, restauración, análisis y manufactura de los incensarios prehispánicos, el simbolismo de sus diseños, y el uso del copal.

De acuerdo con David García, museógrafo del Templo Mayor, en esta exhibición el visitante usa todos sus sentidos a través de diversas ambientaciones, como la acústica (integrada por grabaciones de rezos en náhuatl), la aromática (con el olor a copal), la táctil (al poder manipular la réplica de un sahumador), y la visual (con los 36 sahumadores y 50 imágenes). 

De igual forma, se exhibe la reproducción de un sacerdote mexica ricamente ataviado, y que lleva consigo guajes, navajillas de obsidiana y una bolsa con copal. También se pueden observar instrumentos sacerdotales como púas de maguey y puntas de hueso utilizadas para el autosacrificio, y diversos guajes que servían para contener tabaco en polvo para su consumo durante ceremonias.

La exposición de sahumadores mexicas permanecerá hasta el 12 de agosto en el Museo del Templo Mayor, ubicado en calle Seminario. No. 8, en el Centro Histórico de la Ciudad de México. Horario: de 9:00 a 17:00 horas, de martes a domingo. Costo: 57 pesos. Entrada gratuita a personas mayores de 60 años de edad y menores de 13, pensionados, jubilados, maestros y estudiantes con credencial vigente. Los domingos la entrada es libre para público nacional y extranjeros residentes.

lunes, 28 de mayo de 2012

Rescatan pinturas de 2,000 años de antigüedad

Tres paneles de pintura rupestre, probablemente de los más antiguos localizados en el estado de Hidalgo, ya que podrían tener hasta 2,000 años, reciben tratamientos de conservación por parte de restauradores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH-Conaculta), que ahora permiten ver las representaciones esquemáticas de remotos habitantes de la región.

El trabajo de preservación de estas manifestaciones gráfico-rupestres lleva 80 por ciento de avance, luego de su traslado a los talleres de restauración de la Coordinación Nacional de Conservación del Patrimonio Cultural (CNCPC), en la Ciudad de México, procedentes de la presa "El Yathé", en el municipio de Alfajayucan, donde a fines de 2011 se hizo el salvamento arqueológico de estas pinturas que corrían el riesgo de perderse por la ampliación de esta obra de infraestructura.

Se trata de grandes secciones de roca basáltica —cuyas medidas oscilan en 1.40 m de ancho y un metro de largo, aproximadamente—, en las que están plasmadas diversas figuras antropomorfas sencillas en color rojo, que presentaban alteraciones provocadas por el intemperismo, como capas de ennegrecimiento mineral y de concreciones y velos salinos, que impedían observar la superficie pictórica.

De acuerdo con el arqueólogo Alfonso Torres, del Centro INAH-Hidalgo, estudioso de distintos sitios de pintura rupestre en esa entidad, la procedente de "El Yathé" podría tener una antigüedad mayor a las registradas en municipios cercanos, como Huichapan y Tecozautla. Por su estilo, quizá fueron plasmadas a principios de nuestra era; no obstante, será necesario corroborarlo mediante estudios de fechamiento.

La restauradora Sandra Cruz Flores informó que tras el éxito del rescate de estas antiguas manifestaciones, actualmente son objeto de trabajos de conservación, estabilización y montaje, con miras a que puedan ser expuestas al público.

En primera instancia, detalló, se eliminaron las capas de protección previas y se estabilizaron materialmente los conjuntos pétreos, ya que se trataba de rocas estratificadas por su propio origen. Las lajas se unieron con resinas sintéticas para formar bloques mayores, éstos a su vez se ensamblaron para formar el conjunto de pintura rupestre.

Cada piedra fue reforzada con una capa de velado adherida con materiales reversibles, así como con pernos de distintos calibres, añadió el restaurador Gabriel Severiano.

Posteriormente, a fin de restituir la capacidad de visualización de las pinturas rupestres, se dio paso a la eliminación de capas de sales y minerales, de manera que ahora es posible apreciar las sencillas representaciones de individuos y algunos trazos geométricos.

Un avance más de esta intervención, que se prevé culminar el mes próximo, es el montaje de las rocas en una estructura de acero inoxidable, que permita su manejo y su exhibición, ya sea en exposiciones temporales o de manera permanente en un museo, entre ellos, el arqueológico del municipio de Huichapan.

Dicho soporte se integra de un cincho que rodea a la piedra con refuerzos posteriores y argollas, y una serie de pernos, lo cual confiere mayor estabilidad y solidez al conjunto de estratos pétreos, funcionando así como un sistema de sujeción.

Asimismo, mediante el uso de pastas de resane, se reponen faltantes y resanan algunas zonas, y se da un acabado similar a la roca, abundó el restaurador Gabriel Severiano.



Salvamento arqueológico en "El Yathé"

El rescate y conservación de los conjuntos rupestres de "El Yathé", se inserta en un programa creado el año pasado por el INAH, que busca atender integral y sistemáticamente, algunas de las manifestaciones gráfico-rupestres del país, indicó el restaurador Rogelio Rivero Chong, responsable del área de Conservación Arqueológica de CNCPC.

De esta manera, a fines de 2011, un equipo de restauradores se trasladó a la presa "El Yathé" para llevar a cabo el salvamento de estas manifestaciones gráfico rupestres, debido a que la obra aumentará su capacidad de almacenamiento de aguas residuales.

"Los principios de la conservación implican que el patrimonio arqueológico se conserve in situ, sin embargo, existen ejemplos como éste (El Yathé), en que el avance de obras de infraestructura no permiten garantizar su preservación y es necesario, en el caso concreto de las pinturas rupestres, recurrir al desprendimiento de estos bienes culturales, que de otra forma se perderían irremediablemente", indicó la restauradora perito Sandra Cruz Flores.

Desde 2009, cuando fueron registrados los tres conjuntos de pintura rupestre, el INAH, a través de la CNCPC y el Centro INAH-Hidalgo, formuló una propuesta de intervención, y posteriormente se signó un convenio con la Comisión Nacional del Agua y la constructora de la obra.

Para proceder al rescate, previamente se hizo un registro exhaustivo de los conjuntos con pinturas rupestres y de su contexto, y un muestreo de las figuras representadas en la roca (basalto), lo que permitirá identificar, entre otros aspectos, la técnica pictórica empleada, los pigmentos y demás materiales usados en su elaboración, así como realizar análisis de fechamiento que brinden una datación precisa.

El restaurador Gabriel Severiano Flores detalló que antes de efectuar la separación de los paneles, se realizó una limpieza general para retirar polvo y materiales sueltos en superficie, y posteriormente se fijaron los estratos de la piedra, así como la capa pictórica.

A fin de obtener placas de piedra, de un grosor promedio de 10 a 15 cm, las secciones con pintura se protegieron con un velado, empleando medios acuosos y varias capas de materiales fijativos y de sostén, además de una malla especial como soporte.

También se dispuso una capa impermeable y pernos para brindar rigidez al conjunto, mientras el peso de la roca estaba soportado con estructuras metálicas especialmente diseñadas para cada uno de los fragmentos.

"En el primer conjunto, que está compuesto por lajas superpuestas, se realizó un molde en negativo para desprenderlas una a una. En los otros dos conjuntos debió colocarse una protección y un soporte rígidos para que las vibraciones de la maniobra no afectaran ningún estrato.

"En promedio, el desprendimiento de cada uno de los tres paneles de pintura rupestre (con un peso entre 200 y 300 kilos) conllevó un día completo de trabajo", concluyó Gabriel Severiano.

viernes, 25 de mayo de 2012

Zona Arqueológica de Toniná

Aquí les dejo este vídeo que nos describe y habla sobre la Zona Arqueológica de Toniná


Vídeo Proporcionado por el INAHTV

lunes, 21 de mayo de 2012

Palenque

-En este vídeo podremos aprecias una descripción de la Zona Arqueológica de Palenque, disfrutenlo



lunes, 14 de mayo de 2012

Programa Mundo Maya: nueva era para el turismo en México


En diciembre de este año los reflectores del mundo estarán puestos en el Sureste y Tabasco tendrá la mejor oportunidad para explotar su potencial


Ernesto Sanabria Aguilar



Cuna de la cultura madre de Mesoamérica, la Olmeca, Tabasco prepara sus mejores galas para convertirse este fin de año en el centro de atención mundial, al encabezar la magna celebración del Programa Mundo Maya que tendrá como punto de partida la exhibición de la Estela Número 6 en donde está inscrita una fecha que marca el inicio de una nueva era para la humanidad.
Tras el anuncio oficial para promover el patrimonio cultural y humano de la región Maya que hiciera en junio de 2011 el presidente Felipe Calderón Hinojosa en cadena nacional y de manera simultánea con los gobernadores de los cinco estados del Sureste donde se asentó la civilización Maya: Tabasco, Chiapas, Campeche, Quintana Roo y Yucatán, el gobernador tabasqueño Andrés Rafael Granier Melo expresó que este proyecto representa una gran oportunidad para consolidar a la entidad como uno de los principales destinos turísticos del país.
Añadió que la humanidad volteará su mirada hacia el Mundo Maya por su magia, misterio y legado. Tabasco, dijo, es el mejor sitio para iniciar el camino por el legado de esta civilización, con servicios de primer nivel.
“Por eso los tabasqueños queremos dar la bienvenida como puerta de entrada a esta milenaria civilización, representada en nuestro territorio por las zonas arqueológicas de Pomoná (Tenosique), y de Comalcalco, construida con ladrillo de barro cocido”, señaló.
De manera particular, el gobierno estatal pretende “ofrecer y descubrir la grandeza de nuestros orígenes y tradiciones por medio de actividades gastronómicas, culturales y académicas”. Y para ello, anunció que se realizarán más de 500 actividades, como festivales de danza, música y teatro, recorridos por las zonas arqueológicas de Tabasco, reapertura de museos y modernización de la infraestructura turística.
Pero el principal atractivo será visitar en el Museo Regional de Antropología la Estela Número 6, en la que está inscrito el 21 de diciembre de 2012 como el fin de un ciclo y el inicio de una nueva era para la humanidad, según las predicciones de la civilización Maya.
En esta pieza de piedra caliza —descubierta en el sitio El Tortuguero, en el municipio de Macuspana, Tabasco— fue esculpida una inscripción en donde se indica que en el solsticio de diciembre de 2012 (aún existe una polémica sobre el día exacto, que oscila entre el 21 y el 23) el dios Bolón Yokté, quien creó el tiempo y el espacio, de acuerdo con el Chilam Balam, descenderá del cielo.
Según el calendario Maya, cada 400 años se presenta un suceso importante, denominado Bactún. Y de acuerdo con sus profecías, en diciembre de 2012, que representa el Bactún 13 (período de cinco mil 200), se presentará el inicio de una nueva etapa para el ser humano, muy alejado de las especulaciones que la marcan como el fin del mundo.

LA GRAN OPORTUNIDAD

Aunque nuestro país (junto con Guatemala, Belice, Honduras y El Salvador) cuenta con innumerables sitios arqueológicos en los cinco estados del Sureste comprendidos en el Mundo Maya, el programa sólo contempla la participación de dos zonas por cada entidad: Comalcalco y Pomoná en Tabasco, Toniná y Palenque en Chiapas, Edzná y Calakmul en Campeche, Cobá y Tulum en Quintana Roo, y Uxmal y Chichén Itzá en Yucatán.
Si bien es cierto que los vestigios Mayas más importantes de Tabasco no son tan atractivos (turísticamente hablando) como las grandes urbes de los otros participantes, en esta ocasión nuestra entidad tiene todo a su favor para acaparar los reflectores que usualmente se posan sobre Chichén Itzá, Palenque, Uxmal, Tulum y Edzná.
En primer lugar, como ya se mencionó, está el “platillo principal”: la Estela Número 6 que se encuentra en el Museo Regional de Antropología e Historia, recientemente remodelado para celebrar el magno evento, y que se espera sea visitado por millones de turistas de todo el mundo.
En segundo término destaca la posición geográfica de Tabasco, considerado “puerta de entrada” al Mundo Maya; es decir, el primer estado donde hay sitios urbanísticos de esta civilización tomando como referencia el centro del país, siendo Comalcalco la ciudad Maya más occidental de Mesoamérica. Asimismo, sólo en esta entidad se encuentran vestigios de los dos pueblos más enigmáticos y ancestrales de México: los Olmecas y los Mayas.
Un tercer factor que le da un atractivo adicional a Tabasco es la zona arqueológica de Comalcalco, que es la única cuyos edificios se construyeron con ladrillos de barro cocido, a diferencia de las otras ciudades Mayas que se erigieron a base de piedra caliza.
Por último, y no menos importante, sobresale el hecho de que en las antiguas comunidades Mayas el cacao era mucho más que un simple alimento, pues tenía connotaciones místicas y económicas, al grado de que los granos de este cultivo en alguna época fueron usados como moneda. Casualmente, Tabasco y Comalcalco en particular es el principal productor de cacao en México, y también el único lugar donde hay zonas arqueológicas y haciendas cacaoteras.
Ya en 2011 Comalcalco dio muestra del enorme potencial turístico que tiene, pues por primera vez en su historia captó en un día (21 de marzo) más turistas que Palenque, al registrar una afluencia de más de cinco mil personas contra cuatro mil 500 del sitio arqueológico en Chiapas, y a lo largo del año recibió a más de 82 mil visitantes, registrando un aumento de más de 10 mil personas con respecto a 2010.
Por su parte, de acuerdo a la Dirección de Fomento Económico y Turismo del Ayuntamiento de Comalcalco, las haciendas cacaoteras “Jesús y María” y Chocolates Cacep atendieron en 2011 a 5 mil 400 visitantes, 800 más que el año anterior; la finca “Cholula” registró una afluencia de 2 mil 885 personas, con un aumento de más de 950; y la “Hacienda La Luz” fue visitada por 4 mil 400 paseantes, 680 más que en 2010.

POTENCIA MUNDIAL EN TURISMO

En su exposición desde el Museo Nacional de Antropología e Historia, en junio pasado, el presidente Felipe Calderón destacó que actualmente México ocupa la décima posición como potencia turística, aunque la meta es alcanzar el quinto sitio, y el Programa Mundo Maya 2012 está llamado a ser pieza fundamental para lograrlo.
En enero de este año, la Secretaría de Turismo dio a conocer las expectativas y las estrategias para alcanzar dicha meta, al estimar que arribarán a la región, vía aérea, marítima y terrestre, más de 52 millones de visitantes, dejando una derrama económica superior a los 200 mil millones de pesos.
En un evento al que asistieron los gobernadores de Tabasco, Campeche y Yucatán, así como los secretarios de Turismo de Chiapas y Quintana Roo, y el director general del Instituto Nacional de Antropología e Historia, la titular de Sectur, Gloria Guevara Manzo, anunció que en este año nuestro país tendrá presencia en más de 40 ferias internacionales para promover este programa, tales como la Feria Internacional de Turismo de Madrid; la ITB de Berlín, Alemania; la BIT, de Milán, Italia y la MITT de Moscú, Rusia, entre otras.
El objetivo es impulsar a los cinco estados del Sureste, junto con los cuatro países centroamericanos con presencia de la cultura Maya, para integrar una región multidestino, sustentable, con mayor competitividad y una visión de desarrollo turístico de largo plazo.
Apuntó que el fin del ciclo establecido en el calendario maya ha despertado el interés de la comunidad internacional, de los investigadores, académicos y visitantes en general, por lo que el 2012 es una gran oportunidad para atraer a un mayor número de visitantes tanto nacionales como extranjeros.
El gobernador de Tabasco, Andrés Granier Melo, aseguró que el Programa Mundo Maya será de gran beneficio para la economía de la región, toda vez que los 52 millones de turistas que visitarán el Sureste dejarán una importante derrama económica para la entidad.
Recordó que en Tabasco se encuentra el Monumento del Tortuguero, estela de piedra que contiene las inscripciones que registran el fin de ciclo en el Calendario Maya, que se ha vinculado con el 21 de diciembre de 2012.
Por su parte, el gobernador de Campeche, Fernando Ortega Bernés, reconoció la iniciativa del gobierno federal por impulsar a esta importante región del país, la cual es rica en cultura y tradiciones.
Dijo que Campeche es un excelente destino para adentrarse a la cultura Maya, como ejemplo, mencionó a la zona arqueológica de kalakmul, que fue nombrada Patrimonio Cultural de la Humanidad por la UNESCO en 2002.
A su vez, la gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega Pacheco, destacó que en esa entidad se construye el museo más importante de esta gran civilización y que sin duda será un atractivo de aporte histórico para los turistas y el mundo en general para detonar el turismo cultural y así complementar la oferta turística de sol y playa.
Destacó que en Yucatán se encuentra una de las zonas más visitadas de la cultura Maya por los turistas nacionales y extranjeros, que es Chichen Itzá.
Los secretarios de Turismo de Chiapas y de Quintana Roo, Juan Carlos Cal y Mayor y Juan Carlos González Hernández, respectivamente, destacaron que sus entidades trabajan para que un mayor número de turistas lleguen a sus estados y puedan apreciar de los vestigios de esta maravillosa civilización. Destacaron la labor de promoción turística que realiza el gobierno federal para promover a sus entidades en el extranjero.

MILLONARIA INVERSIÓN

Gloria Guevara Manzo, secretaria de Turismo, abundó que tanto las instancias federales competentes como los gobiernos de Yucatán, Campeche, Quintana Roo, Chiapas y Tabasco, han invertido hasta el momento 685 millones de pesos en 55 proyectos que amplían la oferta turística de la región, además de que los recursos destinados a la promoción de “la ruta maestra” elaborada por Fondo Nacional de Fomento al Turismo, es de 109 millones de pesos, una cifra sin precedentes.
Alfonso de María y Campos, director general del INAH, destacó que el Programa Mundo Maya 2012 se presenta para el INAH como la materialización de una serie de esfuerzos en los que el Instituto invertirá este año, para su continuidad, aproximadamente 300 millones de pesos de forma directa.
En el caso particular de Tabasco, el gobernador Andrés Granier Melo recordó que en 2007, el Museo Regional de Antropología Carlos Pellicer Cámara fue totalmente devastado, pero con el apoyo del INAH y el gobierno del estado se han invertido más de 90 millones de pesos para renovarlo y colocarlo entre los mejores espacios culturales del mundo.

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Mundo Maya en la Expo Tabasco 2012


Para reforzar la campaña de promoción del magno evento que tendrá verificativo el próximo 21 de diciembre, el Gobierno del Estado anunció que el tema sustantivo de la Expo Tabasco 2012 será alusivo al Mundo Maya.
Así lo dio a conocer a finales de enero la secretaria de Turismo, Yolanda Osuna Huerta, al informar los pormenores de la máxima fiesta de los tabasqueños que se llevará a cabo del 26 de abril al 13 de mayo.
Sin abundar al respecto, la funcionaria estatal refirió que las actividades de Preferia y de Feria girarán en torno al gran acontecimiento que tendrá verificativo en el marco del solsticio de invierno en las zonas arqueológicas de Comalcalco y Pomoná.

jueves, 10 de mayo de 2012

Francisco Magaña, al Sistema Nacional de Creadores

Por su trabajo literario de más 30 años, el poeta, editor y traductor tabasqueño Francisco Magaña Magaña (Paraíso, 1961) pasa a formar parte durante tres años, a partir de este 2012, del Sistema Nacional de Creadores, bajo el rubro de Creadores Artísticos, Categoría 1.
Radicado en Comalcalco, donde desde hace una década también dirige la Editorial Monte Carmelo, Francisco Magaña se convierte en el segundo tabasqueño en recibir tan alta distinción. El año pasado entró a formar parte de estos estímulos el también poeta Jeremías Marquines.
Magaña Magaña ingresa así al círculo selecto que el Estado mexicano sostiene a fin de “estimular, fomentar y apoyar la creación artística individual y su ejercicio en condiciones adecuadas”.
La trayectoria del tabasqueño rebasa por mucho las condiciones impuestas por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y la Secretaría de Educación Pública, entre las que fija tener “hasta tres libros publicados de su autoría” como mínimo para solicitar la beca.
Tiene en su haber una docena de títulos, los cuales han aparecido lo mismo en editoriales locales como la del Gobierno del Estado, que en sellos de prestigio nacional como la colección Ala del Tigre, de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Desde la publicación de Cuerpo en ausencia, en 1990, la obra de “Chico” —como lo llaman sus amigos-- ha ido apareciendo para dejar “plena constancia de un oficio poético ejercido a lo largo de los años con la necesidad de la pasión, con el indispensable rigor”, en palabras del poeta Jorge Esquinca, quien además ha dicho de las ediciones hechas en Pueblo Nuevo de San Isidro Labrador —viejo nombre usado por el poeta tabasqueño para fechar los casi 50 títulos de su editorial—: “no está de más afirmarlo nuevamente: como editorial independiente, Monte Carmelo está haciendo los libros de poesías más hermosos de nuestro país”.
Junto a Francisco, resultaron premiados en la versión 2011 de Letras, David Milkos, Claudia Posadas, Alejandro Toledo, María Baranda, Ricardo Chávez, Silvia Eugencia Castilleros y Andrés Acosta.
En el consejo de selección estuvieron Anamari Gomís, Alejandro Valle, Hugo Hiriart, Francisco Hinojosa, José de la Colina y Pura López, entre otros.

lunes, 7 de mayo de 2012

El peso de las palabras


Carlos Coronel

Un chilango llamará siempre tortuga a todas las especies de quelonios y si se atreve a hacer una distinción tendrá que basarse forzosamente en lo más evidente: su tamaño, para decir tortuguitas.
El nativo de Tabasco, en cambio, inmerso en su pasado de agua, sabía distinguir entre un guao, un chiquiguao, una hicotea, una tres lomos, una mojina y un pochitoque.
El mentado aguacate criollo que ofertan las cadenas comerciales por todo el país es llamado por los nativos tabaqueños chinín, y sus vecinos de Veracruz lo nombran pagua, ambas palabras fueron importadas por los mexicas durante su expansión por el Golfo de México.
La influencia más directa e inmediata del hispanohablante en estas tierras bajas, como ya ha mencionado Rosario Gutiérrez Eskildsen en Substrato y superestrato del Español en Tabasco, procedió de las lenguas vecinas: el náhuatl conquistador, el maya vecino y la variante de éste, el chontal, que tuvo su gran auge en el área que se conoce como La Chontalpa.
Otros hechos —metalingüísticos— como la historia particular de una comunidad y, más recientemente, la economía global y hasta la tecnología, contribuyen, imperceptible e inevitablemente, a moldear, corromper, preservar, trasplantar, revivir y reinventar el habla del español en el sureste mexicano.
De la incidencia de una lengua sobre otra hasta su mestizaje, se pueden mencionar las unidades de medida antiguas, que todavía usan los ancianos en los mercados públicos de Tabasco.
Algunos patrones se remontan hasta el periodo Posclásico, cuando los mexicas obligaron a los chontales —prodigiosamente establecidos en el umbral de las ciudades-estados mayas—, a comerciar con ellos, imponiéndoles sus medidas.
Los yoko t`aan, de por sí bilingües por sus muchos tratos comerciales con otros pueblos, no tuvieron empacho en adoptar las medidas aztecas como suyas.
Todavía si uno camina por los mercados descuidados por las administraciones municipales —tan veleidosas con las cadenas comerciales—, se oye a marchantes pedir “una mano” de cacao o de mazorcas de maíz o algún fruto local.
Por la llamada autopista rápida a Paraíso, decenas de pequeños agricultores con su excedente de maíz, se paran a ambas orillas de las dobles vías con sus sacos de polietileno (antes eran tejidos de henequén) y ofrecen a nueve pesos una mano de maíz.
La mano, en este caso, equivale a cinco unidades y era muy efectiva aún cuando el hablante no supiera mucho de números porque bastaba con mirar sus dedos para realizar cualquier transacción.
De la mano viene el zonte o soncle, que era el equivalente a 80 manos, es decir, unas 400 unidades, convención usada generalmente para realizar grandes transacciones.
Como señala Charles Gibson en Los aztecas bajo el dominio español, los mercaderes indígenas no tasaban sus productos basándose en el peso, sino en unidades que tenían como base la numeración vigesimal azteca.
Hasta mediados del siglo XX, los comerciantes que venían en sus torton de Monterrey, Puebla y Ciudad de México, a comprar el zapote sembrado en estas tierras bajas, se rehusaron a usar el millar en sus negociaciones, eligiendo el zonte como el patrón más conveniente.
En un saco de henequén cabía aproximadamente medio zonte de mazorcas, pero si el fruto se daba bien, las 200 unidades no alcanzaban a entrar todas, quedando fuera dos o tres manos, imprevisto que se resolvía alargando la costura del saco con una pita elaborada también de henequén.
La palabra zontle se origina del náhuatl tzontli que, según Francisco J. Santamaría, en su Diccionario de Americanismos, significa: cuatrocientos.
Además de contar el cacao y el maíz, el patrón se aplicaba a otros frutos como la naranja y el zapote, o cosas como la leña.
“Zontear el maíz o la leña” es una expresión ya casi extinta en la entidad, pues raramente se la oye entre los viejos campesinos, a no ser que evoquen la tarea que hicieron de niños al contar las mazorcas o las rajas de leña, acomodándolas en grupos de 20, cada uno con 20 unidades, para alcanzar la cifra de 400.
El tzontle también era usado para medir el terreno, fijando una unidad por cada 4.4 hectáreas de tierra. En La servidumbre agraria en México en la época porfirista, el historiador Fiedrich Katz menciona la costumbre en las haciendas cacaoteras de otorgar medio zontle —unas 2.24 hectáreas— de tierras cultivables a los peones acasillados como parte de su paupérrimo salario.
No obstante, el sueño de cualquier ranchero hasta el periodo posrevolucionario era poseer una caballería. La medida resulta menos antigua en América que el zontle, porque los nativos de estas tierras no conocieron el caballo sino hasta la llegada de los españoles en el siglo XVI, quienes además de imponer este patrón implantaron también la arroba y el quintal para comerciar la carne, la manteca, el frijol, el azúcar, la panela, el café, el palo de tinte y el jabón.
El Diccionario de Autoridades de 1729, pone varias entradas a caballería, pero todas parten de “la bestia en que se anda a caballo”. De esta procede “el número de hombres a caballo que forman un cuerpo” y por extensión “toda la gente de armas montada a caballo” que constituye un ejército.
De las obligaciones y privilegios del buen guerrero con montura se dice que formaban caballería. Uno de estos privilegios se había impuesto como regla: conceder “ciertas rentas que los Ricos hombres repartían de las suyas propias entre los Caballeros y gente de guerra, que eran sus vasallos y los asistían cuando salían a servir a los reyes”. De modo que caballería pasó a nombrar todas las rentas obtenidas por los caballeros que acaudillaban las guerras.
El Diccionario de 1780 amplía la entrada: “En lo antiguo era la porción que de los despojos tocaba a cada caballero en la guerra, y a proporción había media caballería y aún doble, como sucedía al General que ganaba algún despojo, al que se le duplicaba la recompensa”.
Por supuesto que el auténtico caballero tenía que no dejarse dominar por la avaricia y cumplir sus deberes como vasallo y guerrero, entre los que figuraba compartir el despojo noblemente llamado caballería. No hacerlo implicaba deshonra o destierro, como sucede a don Rodrigo Díaz de Vivar en el Mío Cid.
Con la otra Conquista peninsular en Mesoamérica, la Corona española concedió a los pobladores de las tierras conquistadas “repartimiento de tierra o haciendas” con el fin de que los indios “se avecindasen y mantuviesen en ellas”. Dicha provisión se llamó caballería, en oposición a casas, solares y peonías. Incluso, queda fijada la extensión de la tierra: “cien pies de ancho y doscientos de largo”.
En Tabasco, el término sobrevivió entre finqueros para fijar extensiones de tierra muy amplias. Santamaría en su Diccionario de Americanismos precisa la medida: 42.7953 hectáreas.
Criollos o mestizos no escaparon en pleno siglo XX a la vieja costumbre española de dejar como herencia una caballería por cada hijo que se tuviera. “Se hacían el propósito de sembrar frijolar, milpa, engordar puerco, levantar pavos para comprar muchos terrenos que entonces sobraban en esas cantidades”, evoca un viejo hacendado de Chiltepec, en Paraíso.
Falta investigar otras unidades de medición que los abuelos de quienes habitan estas tierras usaron para comerciar, algunos de uso todavía vigente, como la cuarta —medida de extensión pequeña que va del pulgar al meñique de la mano extendida— que los vendedores de longaniza ahumada utilizan para transaccionarla en las calles.

¿Ustedes cuáles recuerdan?